martes, 31 de agosto de 2010


No me gustan las mascaras, ni siquiera me gustan las más caras, ni las máscaras sueltas ni las desprevenidas ni las amordazadas ni las escandalosas.
No me gustan y nunca me gustaron ni las de carnaval, ni las de los tribunos, ni las de verbena, ni las del santoral, ni las de apariencia, ni las de retórica.
Me gusta la indefensa gente que da la cara y le ofrece al contiguo su mueca más sincera..
y llora con su pobre cansancio imaginario y mira con sus ojos de coraje o de miedo.
Me gustan los que sueñan sin careta y no tienen pudor de sus arrugas y si en la noche miran miran con todo el cuerpo y cuando besan besan con sus labios de siempre.
Las máscaras no sirven como segundo rostro no sudan, no se azoran, jamás se ruborizan y el mentón no les tiembla de soberbia o de olvido. Quien puede enamorarse de una faz delgada? No hay piel falsa que supla la piel de la lascivia. Las máscaras alegres no curan las tristezas. No me gustan las máscaras he dicho.

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